MUVA
Museo Virtual del Arte

Tipo: escultura
Magia y mito
También conocido como: Perseo de Cellini
Ubicación: Loggia dei Lanci
Material: bronce
Autor: Benvenuto Cellini
Año: 1545-1554 (año de creación)
Periodo: manierismo
Lugar de creación: Italia
Representación de tipo: mitologÃa griega
Tamaño: 3.2 metros
Perseo y Medusa
En el tiempo de los dioses y los héroes, hace mucho, vivÃan en la región del monte Atlas unas hermanas espantosas, conocidas con el nombre de Gorgonas. Las más terribles de ellas se llamaban Medusa. De la cabeza de Medusa, en lugar de cabellos, salÃan culebras vivas. Y cuando Medusa veÃa cara a cara a un hombre, a un perro, a un ser vivo, el hombre y el perro y el ser vivo quedaban convertidos instantáneamente en estatuas de piedra.
A lo largo de los años, muchos héroes valientes y bien armados habÃan venido a la región del monte Atlas para matar a Medusa. Ninguno habÃa podido matarlo. Por todas partes se veÃan guerreros y más guerreros, en actitudes diversas, pero inmóviles y tiesos porque eran ya estatuas.
Entonces vino Perseo, hijo del dios Júpiter. Perseo sabÃa qué peligrosos eran los ojos de Medusa, pero venÃa muy bien. preparado. TenÃa una espada encorvada, filosÃsima, regalo del dios Mercurio, TenÃa un escudo muy fuerte, hecho de bronce, liso como un espejo. Y tenÃa también unas alas que volaban solas cada vez que él se las acomodaba en los talones.
Llegó, pues, volando. Pero en vez de lanzarse contra Medusa, se quedó algo lejos, sin preocuparse más que de una cosa: no mirarla nunca cara a cara, no verla a los ojos por ningún motivo. Y como era necesario espiarla todo el tiempo, usó el escudo de bronce como espejo, y en él observaba lo que ella hacÃa.
Medusa iba de un lado para otro, esforzándose en asustar a Perseo, Gritaba cosas espantosas, y las culebras de su cabeza se movÃan y silbaban con furia. Pero nunca consiguió que Perseo la viera directamente. Cansada al fin, Medusa se fue quedando dormida. Sus ojos terribles se cerraron, y poco a poco se durmieron también sus culebras. Entonces se acercó Perseo sin ruido, empuñó la espada y de un solo tajo le cortó la cabeza. Durante toda su vida conservó Perseo la cabeza de Medusa, que varias veces le sirvió para convertir en piedra a sus enemigos.